Rol

Rol, Rol, Rol. En mesa, tableros, en la calle o en el ordenador. Rol

Al final, después de todo, terminamos jugando unas seis horas a la aventura que me recomendó mi buen amigo pepe pérez, El misterio de Loch Feinn, unas de las partidas que trae el libro básico de La Llamada de Cthulhu. Los jugadores, tres más una incorporación tardía, aunque novatísimos, se portaron bien, pero creo que pecamos de ir lentos en exceso, así que la partida se quedó a medias (y eso que no es especialmente larga).

La verdad es que creo que el que más ganas de jugar traía era yo, después de desempolvar dados, fichas y manuales. Por ahora tengo una valoración positiva (un poquito incondicional, la verdad) y tres incógnitas. Hablaré con el resto el lunes para ver qué tal les fue la experiencia y si quieren repetir.

En el proceso de preparar la partida me encontré con un par de cosillas que querría comentar.

La primera es que no pude fotocopiar la hoja de personaje en una copistería. A lo mejor es algo my habitual, pero es la primera vez en quince años que me dicen que no a hacer una copia de la hoja de personaje. La sentencia fue firme: “si el libro tiene copyright no se fotocopia, porque el negocio no paga el impuesto revolucionario a la SGAE, y entonces ni siquiera podemos hacer un copia de un fragmento de un libro”.

Cabreo e indignación de mil demonios. No contra la tienda en sí, sino contra una situación aparentemente legal que va en contra de la lógica más elemental (¿de la libertad?). Me puse a buscar como un loco el fragmento del libro en la que autorizan al usuario a hacer las copias que quiera de la hoja, pero entre que el libro es del 99 y que es una versión americana, pues nada, no lo encontré y me quedé sin copia. Lo mejor de todo es que hubiese dado igual. O le presentaba una carta de Sandy Petersen diciendo que podía copiar la hoja o nada. Como siempre, la sociedad marchando hacia adelante.
La otra cosa es más agradable. Mientras estaba preparando la partida me lanzé a buscar referencias: fotos, mapas, recortes de prensa… y acabé viendo unos foros en los que parecía que alguien había jugado la misma partida. Me puse como loco a leerla para sacar ideas, ver reacciones de los jugadores y fusilar vilmente material de referencia. Poco a poco me di cuenta de que los foros son en realidad parte de Comunidad Umbría, una web dedicada entre otras cosas al “rol por web”.

¿Y eso que es? ¿IRC? ¿Mails? Pues no, es un conjunto de herramientas web para organizar partidas. Los jugadores van posteando en una especie de foros, hay generadores de tiradas, perfiles de personajes, de jugadores, recomendaciones, un buscador de partidas en curso… y bastantes cosillas más que estoy en progreso de descubir.

Ahora mismo me he apuntado a una partida de la llamada que organiza el mismo DJ que hizo la de Loch Feinn y en la que tengo puestas esperanzas, para ver si me quito un poco el mono.

Ya veremos qué tal marcha.

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Lo complicado que es escribir cuando el trabajo no te deja tiempo para pensar en nada, para estar al corriente de nada, para pensar en proyectos o inquietudes más allá de él. En fin.

El caso es que me han liado, o más bien me he dejado liar, para ser DJ: léase “dejota”, que es como Dios manda, y no “diyei”, que es de herejes y gente de mal vivir.

DJ por muchas otras palabras que utilicen el acrónimo para mí siempre será igual a “director de juego”. Ya sabéis: máster, guardián, narrador, sheriff… en fin, contador de historias interactivas (mira que es fea esta palabra), porque por suerte o por desgracia la primera vez que leí estas letras juntas es lo que significaban.

Hasta aquí imagino que muchos sabréis que hablo de (música de intriga, por favor ) los juegos de rol, ese mal que azotaba nuestra sociedad hasta que Rockstar tomó cartas en el asunto y decidió que era hora de pervertir de verdad a la juventud. Dirigir una partida de rol. Volver a dirigir una partida de rol después de… no sé… ¿5 años?

Cuando era mucho más joven de lo que soy ahora solía dirigir mucho. De hecho, pensaba que no era mal director. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que quizá no fui mal director en aquellos tiempos, para la edad que tenía (entre otras cosas porque no había demasiada competencia) pero que desde luego me fui quedando muy pero que muy atrás a medida que fui creciendo.

La gente, los amigos, los jugadores medianamente experimentados no se contentan con cuatro profundos, tres orcos y una torre. Tampoco se dejan guiar, engañar o motivar con tanta sencillez; se aburren o se dispersan antes de que uno pueda darse cuenta. Además, están acostumbrados a las estratagemas de máster para ganar tiempo, improvisar… de alguna manera es como hacer la cena para un grupo de críticos gastronómicos y cocineros de tres estrellas Michelin.

De hecho, hasta hace poco pensaba que era un director de juego realmente nefasto: exceso de dificultad, falta de caminos alternativos, situaciones sin interés… Lo curioso es que ha sido trabajando en videojuegos, diseñando el contenido de los niveles de nuestro juego cuando me he dado cuenta de que, a priori, el único problema que tenia es que no le dedicaba tiempo suficiente a preparar la partida.

Por algo mis amigos roleros, mis míticos directores, pasaban horas y horas, días y días para preparar una horas mínimas de partida. No es fácil crear contenido de calidad; al contrario, es extremadamente laborioso. Siempre lo había visto así, la verdad, porque también pasaba horas preparando partidas, pero siempre atado a los módulos, con miedo a construir historias que evolucionaran, con pánico a que mis jugadores vieran toda la trampa y el cartón de mis historias.

Estos jugadores son nuevos. Voy a coger mi libro de La Llamada, voy a revisar y revisitar módulos y voy a prepararme algo de aquí al sábado tarde. Y me estoy prometiendo a mí mismo no ganar tiempo con la creación de personajes. No sé qué saldrá, pero espero que este rolero de vieja escuela aún pueda enseñarles algo, pueda hacer que pasen un buen rato a esta gente que no se imagina las puertas que se están atreviendo a cruzar.

Confío no cerrárselas en las narices.

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